Ana y Tomás, dos almas inquietas en busca de un propósito, se encontraron una tarde en el parque, unidos por la frustración de sus rutinas y la sensación de vacío existencial.
«No quiero seguir así», dijo Ana con un suspiro. «Trabajar, dormir, consumir… Siento que mi vida se escapa entre los dedos como arena.»
Tomás asintió con empatía. «Yo también siento esa vaciedad. Parece que vivimos en una pecera, dando vueltas sin sentido.»
Un silencio cómplice se instaló entre ellos, mientras observaban a los niños jugar en el parque. De pronto, Tomás exclamó:
«¡Tengo una idea! ¿Y si creamos algo juntos? Algo que nos saque de esta pecera, que nos dé un propósito.»
Ana, con los ojos brillantes de curiosidad, preguntó:
«¿Cómo qué?»
«No lo sé exactamente», respondió Tomás. «Pero podría ser algo que nos conecte con otras personas, que nos permita expresarnos y crear algo significativo.»
Y así, entre ideas desordenadas y risas cómplices, empezaron a tejer el proyecto OOO. Imaginaron un mural digital gigante, donde personas de todo el mundo podrían compartir sus imágenes y mensajes, creando una obra de arte colectiva que reflejaría la diversidad y la belleza de la humanidad.
«Pero ¿cómo lo haremos?», preguntó Ana. «No somos artistas ni tenemos recursos para crear un mural tan grande.»
«La tecnología es nuestra aliada», respondió Tomás con una sonrisa. «Podemos crear una plataforma online donde las personas suban sus imágenes, y luego proyectarlas en pantallas gigantes en lugares públicos.»
La idea empezó a tomar forma. Imaginaron un mural que se extendería por ciudades de todo el mundo, conectando a las personas a través del arte y la tecnología. Un mural que no solo sería una expresión de creatividad, sino también un símbolo de unidad, un llamado a la colaboración y un motor de cambio social.
«Y ¿cómo lo llamaremos?», preguntó Ana.
«OOO», respondió Tomás con decisión. «Out Of Office. Porque este proyecto nos sacará de la rutina, de la pecera, del vacío existencial. Nos dará un propósito, un motivo para sentirnos orgullosos de nosotros mismos y del mundo que estamos creando juntos.»
Y así, con la ilusión de un sueño compartido, Ana y Tomás emprendieron el camino para hacer realidad OOO, el mural digital que conectaría al mundo y transformaría la forma en que las personas se relacionan con el arte, la tecnología y entre sí.
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