Capítulo 11
- «¡Diógenes! ¿Eres tú?», exclamó Aristóteles, incrédulo.
- «En persona», respondió Diógenes con una carcajada. «He decidido adoptar este disfraz para observar vuestras reacciones ante este singular proyecto OOO. Y debo decir que estoy gratamente sorprendido.»
- «Pero, ¿por qué el disfraz?», preguntó Kant, intrigado.
- «Para recordaros, queridos filósofos, que la verdadera sabiduría no reside en las apariencias, sino en la esencia. Y la esencia de OOO es la colaboración, la creatividad y el deseo de construir un mundo mejor. Valores que trascienden el tiempo y el espacio, y que nos unen a todos, incluso a un cínico como yo.»
La sorpresa dio paso a la curiosidad y el diálogo se reavivó con nuevas preguntas y perspectivas. Diógenes, liberado de su disfraz, se unió al grupo, aportando su visión crítica y su inconfundible sentido del humor. Pero esta vez puso junto a él un personaje aún más enigmático. El silencio se prolongaba, cargado de expectativas. Foucault, con su habitual perspicacia, decidió romper el hielo:
- «Perdonen mi inquisitiva naturaleza, pero no puedo evitar sentir curiosidad por este silencioso observador. ¿Quién es usted, señor? ¿Y qué busca en este singular proyecto?»
Con una sonrisa serena y una mirada profunda, respondió:
- «Soy historiador y filósofo, como ustedes. Mi nombre es Yuval Noah Harari . Me interesa comprender el pasado para vislumbrar el futuro. Y OOO, con su propuesta de un relato colectivo construido a través del arte y la tecnología, me parece un experimento fascinante. Un experimento que, quizás, nos ayude a construir un nuevo relato para la humanidad.»
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