Epicuro se había creado un lugar en las afueras de Atenas. Desde allí, reclinado en un cómodo triclinio, el filósofo conversaba animadamente con sus discípulos sobre la naturaleza del placer y la felicidad. De pronto, un joven, con la mirada llena de asombro y la túnica polvorienta, irrumpió en la escena, jadeando y balbuceando palabras incomprensibles.
- «¡Maestro Epicuro! ¡He tenido una visión! ¡Un viaje alucinante al futuro! ¡He visto un mundo inconcebible donde las imágenes flotan en el aire y las personas se comunican sin palabras!»
Epicuro, con su característica serenidad, lo invitó a acercarse y reposar junto a él
- «¡Maestro Epicuro! ¡He tenido una visión! ¡Un viaje alucinante al futuro! ¡He visto un mundo inconcebible donde las imágenes flotan en el aire y las personas se comunican sin palabras!»
- «Calma, joven discípulo. Respira profundamente y cuéntame con tranquilidad lo que has visto en tus sueños.»
El joven, aún agitado, comenzó a relatar su experiencia:
- «He visto un mundo donde existe un mural inmenso, pero no está pintado en ninguna pared. Está formado por imágenes que la gente envía desde todos los confines de la Tierra, incluso desde las estrellas. Y estas imágenes se mueven y cambian sin cesar, como si tuvieran vida propia.»
Epicuro, con curiosidad genuina, preguntó:
- «¿Y cómo llaman a esta maravilla? ¿Y cuál es su propósito?»
- «Lo llaman «OOO», maestro. Dicen que sirve para unir a la humanidad, para que todos comprendan que son parte de un mismo todo, a pesar de sus diferencias.»
Epicuro, reflexionando por un instante, indagó:
- «Si este «OOO» busca la unidad, ¿cómo puede lograrlo con imágenes provenientes de culturas tan dispares? ¿No generará esto más bien confusión y desorden, perturbando la ataraxia que tanto buscamos?»
- «No, maestro. Dicen que la diversidad es una fuente de riqueza y que el mural refleja la multiplicidad de la experiencia humana. Además, promueve valores como la amistad y la vida simple, que conducen a la felicidad verdadera.»
Epicuro, con una sonrisa apacible, comentó:
- «Si este «OOO» logra unir a las personas en la búsqueda del bien común y el placer moderado, entonces podría ser una herramienta valiosa para alcanzar la ataraxia. Pero debemos ser prudentes. La tecnología puede ser un arma de doble filo. Debemos asegurarnos de que se utilice para promover la virtud y no para caer en excesos o deseos vanos.»
Y así, con la mente abierta y el espíritu sereno, Epicuro se dispuso a indagar más sobre este misterioso proyecto OOO, evaluando su potencial para contribuir a la búsqueda de la felicidad verdadera y la armonía interior.
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