Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Albert Camus en Les Deux Magots sorprendidos por un misterioso estudiante:
El humo denso del café inundaba «Les Deux Magots», mientras Sartre, con la mirada fija en el papel, garabateaba furiosamente en su cuaderno. Simone de Beauvoir, a su lado, discutía acaloradamente con Albert Camus sobre la responsabilidad del intelectual en la sociedad. De pronto, un joven con aspecto de estudiante, pero con una inquietante aura de misterio, se acercó a su mesa.
- «Monsieur Sartre,» dijo con voz trémula, «Necesito hablar con usted. He contactado con… con gente que tiene información privilegiada sobre el futuro. Y lo que me han contado es asombroso, ¡tiene que ver con el arte y la libertad!»
Sartre, con su habitual ceño fruncido y un dejo de impaciencia, lo miró por encima de sus gafas.
- «Joven, ¿acaso pretende usted interrumpir mi trabajo con profecías vagas y fantasías futuristas? La existencia precede a la esencia, el futuro se construye con nuestras acciones, no con visiones místicas.»
El joven, sin inmutarse, insistió:
- «Pero es real, monsieur Sartre. He visto imágenes, ¡un mundo donde las personas crean arte juntas sin necesidad de estar en el mismo lugar! Lo llaman «OOO», y dicen que es un proyecto global que unirá a la humanidad a través de la expresión individual.»
Sartre, intrigado a pesar de su escepticismo, dejó el cuaderno a un lado.
- «Háblame más de este «OOO». ¿Acaso pretende limitar la libertad individual en nombre de un colectivismo abstracto?»
- «No, monsieur. Al contrario, OOO celebra la libertad de expresión. Cada persona puede aportar su propia visión del mundo, sin censura ni restricciones. Es un acto de rebeldía contra la uniformidad y la masificación.»
Simone, con su aguda inteligencia, intervino:
- «Y dime, joven, ¿cómo se concreta esta «expresión libre»? ¿Acaso no existen estructuras de poder que limitan la libertad de las personas?»
- «En OOO, las imágenes y los textos se unen en un gran mural digital, visible para todos. Es un espacio democrático donde cada voz tiene el mismo valor, sin importar el origen o la condición social.»
Sartre, reflexionando, comentó:
- «Si este proyecto realmente promueve la libertad y la responsabilidad individual, entonces podría ser una herramienta valiosa para la construcción de un mundo más auténtico. Pero debemos ser vigilantes. La libertad sin compromiso social es un absurdo. El arte debe servir para transformar la realidad, no solo para reflejarla.»
El joven, con entusiasmo, añadió:
- «Precisamente, monsieur Sartre. OOO tiene un fuerte componente social. Los ingresos que genere se destinarán a un fondo para fines sociales, apoyando causas que promuevan la justicia y la igualdad.»
Sartre, con una chispa de interés en su mirada, concluyó:
- «Si este «OOO» logra unir la libertad individual con el compromiso social, entonces puede ser un proyecto digno de atención. Debemos observarlo con cuidado, analizar sus implicaciones y su potencial para transformar la sociedad.» Y así, entre sorbos de café y nubes de humo, Sartre y Simone de Beauvoir se sumergieron en la descripción de OOO, debatiendo sus posibilidades y desafíos, con la esperanza de que este proyecto futurista pudiera ser una herramienta para construir un mundo más libre y justo.
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