Capitulo 6
La discusión se volvía cada vez más acalorada. Nietzsche, con su habitual desprecio por la moral tradicional, proclamaba:
- «¡Este proyecto OOO es demasiado «democrático»! ¿Dónde queda la individualidad, la superación, la voluntad de poder? ¡Necesitamos filtrar, seleccionar, elegir solo a los mejores!»
Sartre, encendiendo otro cigarrillo con nerviosismo, respondía:
- «¡La libertad no se impone, se ejerce! Cada individuo tiene el derecho de expresar su propia realidad, por más absurda que parezca.»
Simone de Beauvoir, con su mirada penetrante, intervino:
- «No olvidemos la perspectiva de género. OOO debe ser un espacio donde las mujeres puedan liberarse de los estereotipos y construir su propia narrativa.»
Foucault, observando la escena con ironía, comentó:
- «El poder se esconde incluso en los proyectos más «democráticos». Debemos analizar las relaciones de poder que se tejen en OOO y asegurarnos de que no se reproduzcan las estructuras de dominación.»
De pronto, Camus, que hasta el momento había permanecido en silencio, exclamó:
- «¡Un momento! Si estamos hablando de romper con las convenciones, ¿por qué no rompemos también con las barreras del tiempo? ¡Si este mural es «digital», seguramente podemos «viajar» en el tiempo y preguntar a otros filósofos qué opinan!»
La idea desató una ola de asombro y excitación entre los presentes.
- «¡Por todos los dioses! -exclamó Sócrates-. ¡Imaginad poder conversar con Heráclito o Parménides sobre la naturaleza del cambio y la permanencia en un mural digital!»
- «¡Podríamos preguntarle a Aristóteles sobre la categorización de las imágenes!» -añadió Platón con entusiasmo.
- «¡Y a Epicuro sobre el placer de la contemplación estética!» -propuso Sartre.
Sin perder tiempo, la joven artista que había presentado OOO sacó de su bolso un extraño dispositivo con luces parpadeantes y botones incomprensibles.
- «He estado trabajando en esto -dijo con una sonrisa misteriosa-. Es un prototipo de «máquina del tiempo virtual». Aún está en fase experimental, pero creo que puede funcionar.»
Los filósofos griegos, desde su mesa discreta, observaban la escena con una mezcla de asombro y escepticismo.
- «Es extraordinario ver cómo las ideas trascienden el tiempo y el espacio», murmuró Platón. «Esta Simone de Beauvoir, con su pasión por la libertad y la igualdad, podría haber sido una digna discípula en nuestra Academia.»
- «Sin duda», asintió Aristóteles. «Su búsqueda de la «eudaimonia», la felicidad humana, se alinea con nuestros propios principios. Y este proyecto OOO, con su énfasis en la colaboración y el bien común, parece resonar con su visión ética.»
- «Pero no olvidemos que estamos en el siglo XX», intervino Sócrates con ironía. «La tecnología ha transformado el mundo de formas que jamás hubiéramos imaginado. ¿Puede este «mural digital» realmente unir a la humanidad o es solo una ilusión efímera?»
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