Principio del fin

por | Abr 5, 2025 | theend | 0 Comentarios

Máscaras y Espejismos

El reencuentro llenó a ambos de una euforia artificial, una burbuja de deseo y fantasía que los aislaba de la complejidad de sus vidas. Javier, con la necesidad inconsciente de «enmendar» aquel «fracaso» juvenil, se aferraba a Cristalina como un salvavidas, proyectando en ella la imagen de la mujer ideal, la compañera perfecta para construir un futuro que se negaba a materializar.

Cristalina, a su vez, encontraba en Javier una válvula de escape de su monótona existencia, un refugio temporal donde sentirse deseada y viva. Pero detrás de esa máscara de alegría y desparpajo, se escondía un profundo miedo al compromiso, una herencia inconsciente de la manipulación materna que la había marcado desde la infancia.

Los encuentros en el Ibis, el hotel funcional y anónimo cerca del centro comercial, eran un reflejo de esta dinámica. Sexo apasionado, sí, pero vacío de comunicación genuina.

  • «¿Qué te gusta, Cristalina? Dime qué te hace sentir bien», preguntaba Javier con insistencia.
  • «No lo sé, Javi. Solo quiero sentir», respondía ella con evasivas, negando sus propios deseos y necesidades.

La pasión desatada en la habitación del hotel se convertía en una forma de evadir la realidad, de escapar de las sombras que los perseguían. Javier, convencido de que aquel sexo intenso era la clave para una conexión profunda, se aferraba a esa ilusión, negando las señales de alarma que resonaban en su interior.

El viaje a Maro, con sus playas paradisíacas y sus pueblos blancos, fue un oasis temporal. Pero incluso allí, en medio de la belleza y la tranquilidad, la tensión persistía.

  • «Este lugar es perfecto para empezar una vida juntos, Cristalina», propuso Javier con entusiasmo.
  • «Aún es pronto para hablar de eso, Javi», respondió ella con una sonrisa incómoda.

La actitud de Cristalina con respecto al dinero también generaba desconfianza en Javier. Su recelo a gastar, su insistencia en la independencia económica, contrastaba con el deseo de Gabriel de construir un futuro compartido.

  • «Es nuestro dinero, Cristalina», le decía Javier con frustración. «No entiendo por qué te comportas así.»
  • «Es mío, Javier», respondía ella con firmeza. «Y lo administro como me parece mejor.»

La mentira, esa serpiente sibilante que se había enroscado en la relación desde el principio, comenzaba a mostrar sus colmillos. Javier, atrapado en un laberinto de dudas y contradicciones, se debatió entre el deseo y la desconfianza, entre la verdad y la mentira.

Y mientras el tiempo transcurría, el futuro de Gabriel y Cristalina quedaba en suspenso, a la espera de un desenlace incierto.

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