El murmullo de las páginas al pasar y el suave tecleo de las máquinas de escribir llenaban la biblioteca de la Universidad de Columbia. Hannah Arendt, con su mirada penetrante y su cigarrillo humeante, compartía una idea insólita con sus amigos W.H. Auden y Bertolt Brecht.
- «He tenido un sueño extraño, o quizás una visión», comenzó Hannah, con un tono misterioso. «Un proyecto llamado OOO, un mural digital global donde personas de todo el mundo comparten imágenes y construyen un relato colectivo.»
- «Un mural… ¿digital?», preguntó Auden con incredulidad. «¿Y cómo es eso posible?»
- «No lo sé con certeza», respondió Hannah. «Pero en mi sueño, o donde fuera que lo viera, las imágenes aparecían en enormes pantallas luminosas ubicadas en las ciudades, e incluso en el espacio.»
Brecht, con su característica ironía, comentó:
- «Un relato colectivo, ¿eh? Suena a propaganda comunista. ¿Acaso pretenden homogeneizar la cultura y eliminar la individualidad?»
- «No, Bertolt», replicó Hannah. «OOO celebra la diversidad. Cada persona aporta su propia visión del mundo, y el mural se enriquece con la multiplicidad de perspectivas.»
En ese instante, un hombre con una sonrisa enigmática se materializó en la biblioteca. Era Juan Carlos, el creador de OOO.
- «Disculpen la intromisión», dijo con un ligero acento español. «He escuchado su conversación y creo que puedo aclarar algunas dudas. OOO es real, y la Realidad Aumentada les permitirá experimentarlo de una forma inimaginable.»
Con un gesto misterioso, Juan Carlos activó un dispositivo que llevaba consigo, y la biblioteca se transformó en un acogedor café parisino. En una de las mesas, una mujer elegante con un cigarrillo en la mano discutía animadamente con un grupo de intelectuales.
- «¡Es Simone de Beauvoir!», exclamó Hannah sorprendida.
- «Ella les explicará mejor el proyecto», dijo Juan Carlos con una sonrisa.
Simone, con su característica pasión, les habló de OOO:
- «Es un mural digital global que busca unir a la humanidad a través del arte y la tecnología. Gracias a Juan Carlos, incluso hemos podido dialogar con filósofos del pasado, como Platón y Aristóteles, para enriquecer el proyecto con sus ideas.»
Los tres amigos quedaron boquiabiertos.
- «¿Viajar en el tiempo? ¿Hablar con Platón? Esto es increíble», dijo Auden con asombro.
- «Y apenas estamos comenzando», añadió Juan Carlos con un guiño.
Con otro giro del dispositivo, se encontraron a los pies de las Torres Gemelas de Nueva York.
- «Miren», dijo Juan Carlos con un tono grave. «Este es el futuro que les espera si no cambiamos nuestro rumbo. El odio, la violencia, la destrucción… debemos salir de la caverna de la ignorancia y construir un mundo basado en la colaboración y la comprensión.»
Un estruendo ensordecedor los sacudió. Las torres se derrumbaban ante sus ojos, en una escena apocalíptica que les heló la sangre.
De vuelta en la biblioteca, Hannah, Auden y Brecht se miraron en silencio, conmocionados.
- «Tenemos que hacer algo», dijo Hannah con decisión. «OOO es una oportunidad para cambiar el curso de la historia, para construir un futuro donde la razón y la empatía triunfen sobre el odio y la destrucción.»
- «Pero ¿cómo podemos nosotros, simples artistas e intelectuales, cambiar el mundo?», preguntó Brecht con escepticismo.
- «Con nuestras ideas, con nuestra creatividad, con nuestro compromiso», respondió Juan Carlos con firmeza. «OOO es un lienzo en blanco donde podemos plasmar nuestras esperanzas y construir un relato colectivo que nos guíe hacia un futuro mejor.»
Y así, con renovada esperanza y un firme propósito, Hannah Arendt, W.H. Auden y Bertolt Brecht se unieron al proyecto OOO, convirtiéndose en voceros de un mensaje de paz, colaboración y transformación social.
- «Al final», concluyó Auden con una sonrisa irónica, «parece que salir de la caverna de Platón implica sumergirse en un metaverso creado por un argentino excéntrico. ¡Quién lo hubiera imaginado!»
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